- ¡Control de seguridad ciudadana! Buscamos drogas o armas. ¿Le importa bajar del vehículo y abrir la puerta de atrás?
Uno de los agentes, me ordenó abrir cajas y baúles, mientras que otro, muy jovencito, me miraba constantemente.
- ¿A qué se dedica usted?
- Soy cuentacuentos.
- ¿Ha contado usted cuentos en el colegio de Peñafiel?
- Creo que sí, pero hace bastante tiempo.
- Sí, usted estuvo allí, y nos contó la historia de una princesa a la que le olían mal los pies. Y sacó a una niña para hacer de princesa.
- Sí, "El brujo Quetestrujo"
- ¡Ése, ése! Pues yo estaba allí. Y me casé con la Princesa. ¡Ya verá cuando le diga que le he visto!
- Le conozco yo, es buena gente.
¡Fíjate! Hace un montón de años le conté una historia a un niño de diez u once años, hoy, ya adulto, seguía recordando aquel cuento y seguía acordándose de mí.
Seré cursi, pero no pude evitar sentir un pellizco en el corazón.
El colegio La Villa, de Peñafiel, en una imagen extraída de su página web: http://cralavilla.centros.educa.jcyl.es/sitio/ |
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